Nombre Original: Oslo
Idioma oficial: Noruego variante Bokmål Østnorsk.
País: Noruega (Noruego Bokmål: Norge, Noruego Nynorsk: Noreg)
Moneda: Corona noruega, 1 EUR=7'39 NOK
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Viajeras: Rocío (2) y Andrea.
Días: 2 y 5
Fechas: Octubre 2011 y Julio 2012
Lugares de Interés:
Obligados:
Parque Vigeland
Calle Karl Johans
Ópera de Oslo
Galería Nacional
Folkemuseet
Secundarios:
Barrio Grünerløkka
Museo Munch
Museo Vikingo
Aker Brygge
Fortaleza de Akersus
Rådhuset
He estado dos veces en Oslo y a día de hoy no sé qué
palabras decir para describir lo que me transmite esta ciudad que pese a no
tener ningún icono con la que se la reconozca, para mí lo es todo. Haz click en
el link siguiente para adentrarte en la capital de Noruega:
>>
Empezaré por el día y medio que pasamos en Oslo, Rocío, un
amigo y yo. Fue en Octubre y nuestro
vuelo aterrizó en Rygge a las 17:00, llegando a Oslo a las 18:00 con el autobús
que comunica dichas ciudades y el cual cuesta
15€ ida y vuelta. Como era de noche, nuestra intención era ver el Museo
Munch, pero desgraciadamente esa tarde por motivos puntuales estaba cerrado,
por lo que simplemente dimos una vuelta por la Karl Johans Gate y alrededores,
terminando por dar un paseo por Aker Brygge. Después de este rápido
reconocimiento de la ciudad volvimos a la estación donde cogimos un tren
nocturno a Bergen (ciudad sobre la que ampliaremos información en su futura
actualización). Después de pasar el día en Bergen, volvimos a coger otro tren
nocturno de vuelta a la capital noruega, donde dedicamos la mañana a visualizar
las calles principales de nuevo y aprovechar para ir al parque Vigeland, y al
Museo Munch, que aunque esta vez estuviera abierto, la obra maestra del pintor,
El grito, no estaba en exposición debido a que el museo es muy pequeño y había
una extensa exposición de borradores del pintor, por lo que no había suficiente
espacio para ambas colecciones.
Esta ha podido ser la versión exprés de la ciudad, y como lo
que vi me gustó- y mucho- volví sola en Julio. Es aquí donde voy a indagar a
fondo en cada rincón de la ciudad.
Llegué un miércoles a las 18:00 a Oslo. El bus me dejó en la
estación central y desde allí fui andando a mi hostal (del que hablaré más
adelante) ya que estaba a escasos 10 minutos de distancia. Una vez acomodada,
salí a pie hacia el barrio Grünerløkka, con intención de ver las diferentes
casas donde vivió el pintor Edvard Munch. Este barrio se caracteriza por su
cantidad de bares y ambiente joven así
como por sus casitas y edificios de todos los colores. Digamos que el corazón
de este barrio se encuentra en la plaza Olaf Ryes (Olaf Ryes Plass) donde se
encuentran dos de las casas de Munch, una en el número 2 de la misma plaza y
otra en el número 7 de la calle que hace esquina, la calle Fossvein. Antes de que cerraran los comercios, fui a la
oficina de turismo para adquirir mi OsloPass, se puede comprar por internet
antes de ir, pero yo preferí la compra en mano. Compré la de 24 horas por 270
NOK e incluye todo tipo de transporte dentro de Oslo capital (aunque siempre
hacen la vista gorda y al final puede que valga para zonas más amplias) y
obtienes pases gratis o rebajados dependiendo de qué museos o atracciones sean.
Es una gozada la verdad y sale muy rentable.
Teniendo este pase para toda la ciudad durante un tiempo
bastante limitado me propuse a hacer lo máximo posible en cuanto a museos y
transporte se refiere. El jueves y aprovechando que los días en verano en
Noruega son largos, por no decir interminables, me levanté a las 7:45 para ir
con la calma andando hasta Rådhuset (el Ayuntamiento)
el cual se encuentra a
las orillas del puerto de la ciudad donde cogí el ferry dirección Bygdøy, una
península residencial dentro de la ciudad de Oslo repleta de museos. El ferry no tiene pérdida, un cartel enorme
con el nombre de la península indica claramente su posición y sale uno cada
media hora desde las 6 am. Se tarda aproximadamente 20 minutos en atravesar el
fiordo de Oslo hasta llegar allí, y una vez allí las indicaciones para llegar a
los museos son bastante claras. También se puede llegar en autobús, pero tarda
muchísimo más al rodear toda la ciudad y siempre es mejor recorrer un fiordo
por muy de ciudad que sea, ¿no? Una vez en Bygdøy, opté por ir primero al museo
vikingo. Sin OsloPass cuesta 35 NOK y su horario de apertura es de 9:00 a 18:00
todos los días. En él se encuentran una selecta colección de pecios rescatados
de las profundidades del mar y una gran variedad de utensilios vikingos de su día a día. Es un museo pequeño
que no lleva más de 1 hora visitarlo, y eso si vas con mucha calma. Cerca del
Museo Vikingo se encuentra el Museo de Cultura de Noruega (Folkemuseet) El museo cuesta 100 NOK sin OsloPass y abre todos los días de 10:00 a 18:00. Este
museo no es un museo cualquiera. Es un museo al aire libre en el que en un gran
espacio están recreadas diferentes épocas de la historia de Noruega. Desde el
Siglo XII hasta el Siglo XX. Por así decirlo es como un parque, en el cual es
muy fácil perderse y con el que se puede interactuar. Réplicas de granjas de
época o edificios sacros ambientan esta gran explanada. Además, hay distintas
actuaciones por cada tipo de época y cada edificio recreado es acompañado por
un monitor vestido de la época correspondiente que explica en inglés paso a
paso y utensilio por utensilio todo lo que hay en las inmediaciones. Además, a
diferentes horas hay funciones repartidas por todo el recinto, yo tuve el
placer de ver el baile típico de Noruega.
A la 13:00 de este mismo día, ya estaba de nuevo en el
Ayuntamiento, donde fui andando hasta la calle Fred Olsens, la perpendicular a
la calle Karl Johans, para coger el autobús 541 el cual me llevó a Drøbak, una
ciudad a 40 minutos de Oslo de la que ya se hablará más adelante en otra
publicación. A la vuelta de esta ciudad que se ve bastante rápido, llegué a
Oslo a las 15:30, y aprovechando a que el autobús pasaba por la Ópera, me bajé
en esa parada y disfruté un poco de las vistas desde lo alto de este edificio
tan vanguardista en medio del mar. Después de hacer un par de fotos, decidí
encaminarme a la Galería Nacional, que para estudiantes sin OsloPass cuesta 30
NOK. Quise ir andando por la Karl Johans, que es la calle principal de la
ciudad por excelencia, donde se encuentra el Parlamento y el Palacio Real, el
cual no es demasiado bonito. El parlamento ofrece visitas guiadas gratis todas
las mañanas de los días de diario.
También en esta transitada calle se encuentra la universidad de Oslo.
Una vez en la Galería Nacional, pude disfrutar al fin de “El grito”, de algunas
obras de Monet y también de Van Gogh. Después
de tanto trote, tenía ganas de relajarme un rato, por lo que cogí el metro
hasta Majorstuen, parada donde se encuentra el parque Vigeland. Un gran parque
amplio y lleno de esculturas del artista con el mismo nombre. Di un breve paseo
ya que me lo conocía de haber estado antes, y me eché una siestecita muy rica
mientras escuchaba música en una de las enormes explanadas de perfecto césped.
A la vuelta, decidí coger el tranvía 18 que me dejaba justo en la puerta de mi
hostal.
El viernes fue mucho más light, volví a Grünerløkka con una
chica checa que conocí en el hostal y a la tarde fui con otra compañera de
cuarto alemana a dar una vuelta por Aker Brygge y de paso sentarnos en el
muelle a dar de comer a las gaviotas. A la noche salí a tomar unas cervezas con
mi amiga checa, 8 Euros una cerveza! Una barbaridad. Eso sí, que sean las 23:30
de la noche y sea de día es una pasada.
El sábado fui de nuevo con mi amiga checa a la Fortaleza
Akersus, monumento a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial de entrada gratuita. Está justo en frente del
Ayuntamiento y del muelle donde se coge el ferry a Bygdøy. No es nada del otro
mundo, simplemente me pareció un sitio tranquilo y agradable para pasear y
evadirse, ya que no hay demasiada gente frecuentando el lugar. Después dirigimos nuestros pasos hacia el
cementerio donde está enterrado Edvard Munch y más iconos y personas de renombre
del país. Para reponer fuerzas para la última noche que pasaría en Oslo, mi
amiga y yo volvimos al hostal. Por la noche, la chica alemana, otra chica
letona y un chico alemán y yo, decidimos ir al Ice Bar de Oslo, el cual cuesta 160
NOK (20€) con copa incluida. Es muy caro, ya que debido a la temperatura del
interior, tienes un tiempo límite para estar dentro. Como en otros muchos Ice
Bar repartidos por diferentes ciudades del mundo, te provisionan de abrigo y
calzado adecuado para disfrutar del ambiente del bar. Hay unos pases limitados,
no puedes llegar y entrar sino que tienes que esperar a una hora determinada ya
que no se puede aglomerar mucha gente en el interior. Los que van entrando por
los que van saliendo, vamos. Despúes y aún siendo de día a las 23:00, dimos una
vuelta por Karl Johans en busca de bares y al final terminamos en el Hard Rock,
que por la noche se convierte en discoteca en la cual hay que pagar 70 NOK
(10€) sólo por entrar. El local cerró a las 3:00, pero conocimos a unos chicos
polacos y a otro escocés que amablemente nos invitaron a su casa a terminar la
fiesta a las afueras de la ciudad. A la vuelta por la mañana, cogimos el tren,
que para ser Noruega me extrañó que fuera tan barato porque sólo fueron 3
euros. A diferencia del bus, tranvía y metro, en el tren sí que hay severos
revisores.
Para Comer: Comer en
Noruega es muy pero que muy muy caro. Los precios en los supermercados son
disparatados y no me quise ni acercar a un restaurante típico por miedo a que
me diera un infarto. Eso sí, pese a ser un país frío, las terrazas siempre
están repletas de gente sea la época que sea y los restaurantes se concentran
sobre todo en Aker Brygge y Grünerløkka.
Para Domir: Yo tuve la suerte de hospedarme en el Anker
Hostel, y está claro que si vuelvo a Oslo, repetiré. Compartí una habitación
con 8 personas por 120€ 4 noches, he estado en hostales más baratos, pero es
Noruega. Además, la habitación tiene cocina y baño en su interior y es bastante
amplia. Las instalaciones están verdaderamente limpias y es prácticamente
nuevo. La gente es muy respetuosa y limpia, lo que ayuda a la convivencia.
Existe además de la cocina en cada habitación, una cocina comunitaria y
servicio de lavandería. Las únicas pegas quizás sean que no existen persianas
(a nadie le gusta que sean las 3:00 de la mañana y le despierten rayos de sol)
las sábanas no vienen incluidas en el precio y no hay taquillas de seguridad en
cada cuarto. Respecto a la situación en la ciudad, es más que perfecta pese a
no estar en el centro. A escasos 10 minutos de la estación y de Karl Johans a
pie y con el tranvía 18 en la puerta el cual comunica de forma directa con gran
parte de la ciudad. Además, está a 5 minutos andando de Grünerløkka.
Para Salir: Yo, en una noche, me dejé 40€ y sin abusar
mucho (por no decir nada) de la bebida. Te meten demasiados sablazos al ser un
sitio mínimamente de nivel. El Hard Rock a partir de las 0:00 cambia
completamente su chip rockero por el de discoteca de pachangueo que para estar
de colegueo es idóneo. La Karl Johans alberga cantidad de pubs, pero ojito,
porque hay bastantes que sólo son aptos a partir de 21 años. Todas las
discotecas y pubs cierran a las 3:00 y no demasiada gente es lo suficientemente
enérgica como para irse con la fiesta a otra parte. Tuve suerte.
Dato curioso: El metro carece de cualquier tipo de torno o
revisión, por lo que pagar 4’10 euros por trayecto sencillo… es para
pensárselo. El barrio de Tøyen es el barrio turco por excelencia, no hay ni un
solo noruego, pero tampoco creáis que hay muchos turcos fuera de este barrio.
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